Tanto esta pieza como las prácticas del cine de oscuridad surgen a partir la insatisfacción generada ante la incapacidad de la imagen convencional para transmitir con fidelidad la magnificencia del espacio montañoso, así como la sensación corporal y espiritual de encontrarse con la montaña.

 

Al encontrar que la imagen en video o fotografía no lograban transmitir con fidelidad estas cualidades -las de la experiencia- además del deseo de no exotizar o exhibir estos espacios sagrados y así contribuir a protegerlos y preservarlos; la artista utilizó herramientas cinematográficas y artísticas que conjugan aspectos de ambas disciplinas para que su experiencia pudiese transmitirse con fidelidad y además la imagen, no de la montaña sino de lo que significa el encuentro con ella, pudiera tomar cuerpo y potencia sin necesidad de la luz o la vista para evocarla o bien vivirla a carne viva. 

 

Soma montis, 2023. Es una experiencia contemplativa, íntima y  colectiva del encuentro personal de la artista con la materia mineral de la montaña. Una reflexión afectiva, sensorial y nostálgica de tender la tierna vida sobre las grandes masas rocosas y el abrazo de la neblina.