He procurado responder esa pregunta durante el último año a través de escritura en mi diario y mi bitácora. No se sabe cómo, simplemente en el camino uno encuentra la forma. En mi obra siempre busco, de manera conciente o inconciente, resignificar eventos o experiencias que de alguna manera dejaron alguna huella en mí, pero ahora busco otra cosa.
¿Cómo volver a hacer arte? No me interesa crear desde el dolor, como antes lo hacía, sino desde una genuina duda que me ayude a comprender y digerir esta nueva realidad. Hacer "arte" para mí, implica una manera de meditar acerca de lo que acontece en mi vida y problematizar las cuestiones que además van surgiendo en mi investigación. Dejé de hacerlo alrededor de seis meses, fue un periodo oscuro en el que tuve la oportunidad de reestructurar tanto mi vida como mi identidad. Ahora no se trata la identidad a partir del cuerpo o de la casa, pero sí de alguna manera, de la memoria que se construye, no la que se recuerda.
Sobre la cursilería, o las cosas que sí importan.
En los últimos años he tratado de mantener una correspondencia. La suma de todos los fracasos atribuidos al tiempo vertiginoso de nuestra época, la fragilidad de las relaciones de cualquier índole, o lo que Z. Bauman denomina Amor Líquido, sumados a los fallos del sistema de correo postal, me llevaron a desistir y cuestionarme: ¿qué buscaba con sostener una correspondencia?, ¿por qué nos interesan tanto las muestras de afecto de manera factual?, ¿qué significan las flores, los corazones y las cartas de amor?
En los años que llevo revisando teorías feministas e investigando sobre las implicaciones de la condición de género, no había encontrado una manera más personal para abordar todo aquello que nos atraviesa del ethos del amor romántico que la que encontré en el l libro Julia, quiero que seas feliz de Margarita Pisano. Ella acuña el término las seres humanas y va más allá del concepto de "la mujer" o "las mujeres"; encuentra una manera en la que yo ya me definía pero mucho más enfocada en la condición de aquellas que tenemos cuerpos con capacidad paridora. En fin, entre muchas otras cosas encontré esta cita:
Tenemos miedo a razonar acerca del amor, porque creemos que es instantáneo y sin razón, esa es la propuesta fundamental del amor romántico que está presente en toda la literatura y el cine. La única salida es tener conciencia corporal y cultural, atender las conexiones que nos da nuestro cuerpo, sus incomodidades, sus reclamos de regaloneo y expresarlo.
-Margarita Pisano.
Esta frase me ha llevado a nuevos lugares. He comenzado a explorar sobre la ternura radical por ejemplo, y a escribir páginas y páginas en mi bitácora sobre el amor, porque sí importa. No hablemos de sexualidad y romanceo, sino de amor. De cómo se construye y en dónde nace. Antes que amar a nadie, he aprendido a amarme y cuidarme a mí, a escucharme, por lo que primero que nada decidí escribirme a mí. Todas y cada una de las cartas y postales son de mí para mí, yo soy mi remitente y mi destinatario; la distancia que recorre la información va de mis manos a mis ojos y finalmente a mi conciencia.
Es así que esta primera pieza (y de igual manera las siguientes) entienden la importancia de las cartas como un puente de intimidad conmigo misma.
Комментарии