Chupamirto I, 2019.
Están sucediendo muchas cosas y
todo se está transformando.
El cruce de miradas en el tiempo
Esta semana me dispuse a leer los textos del curso El ejercicio de la Mirada II, que estoy tomando con La rabia, y dediqué gran parte de mis tiempos libres en ver y escribir sobre el filme que elegí para trabajar en el curso. Así que Women I love (1976) de Barbara Hammer, ha sido la elección que, como casi todo lo demás que sucede en mi vida, me entretejió de manera profunda con el tema y me enloqueció cuando me di cuenta que al igual que Barbara, yo también tenía una producción de imágenes y exploraciones en relación a las flores, el tacto y quizá hasta lo erótico desde una mirada sumamente parecida.
Women I love, 1976
Era 2019, tenía 22 años y estaba enamorada de las flores (como ahora lo estoy de las piedras y las montañas) cuando decidí tomar una sesión de fotografías no espontáneas* en el jardín de mi abuelita montaña, la cual titulé 'Mamá, quiero ser un chupamirto', 2019. Me fotografíe besando las flores, con los ojos cerrados, sacando la lengua como esperando recibir el néctar o el polen directamente de los pistilos, pensando quizá en Lxs Chicxs Salvajes (2017) de Bertrand Mandico.** Hoy, a una semana de haber visitado por primera vez el filme de Hammer, escribo sobre la relación que encuentro entre sus imágenes y las mías que estaban ya olvidadas en un archivo del ordenador.
Flores amarillas | Women I love, 1976.
Chupamirto II y III, 2019.
Una inquietud por experimentar con la piel, más allá de lo que perciben nuestros ojos, a eso que llamamos naturaleza, es lo que une los vértices de nuestros trabajos. En ambos casos, la imagen cobra relevancia no precisamente por la búsqueda de un simbolismo en las flores como genitales, la lesbiandad o en su defecto, la mera estetización del registro de las acciones, sino en la experiencia de acariciar, tocar y sentir el exterior y a una misma adscrita en un contexto de pensamiento salvaje.***
Hammer, retrata a su pareja y amistades en el espacio doméstico a través de tomas cercanas, que miran a detalle los pliegues de la piel de los labios, el iris del ojo y los cuerpos femeninos acompañados de elementos florales y frutales que conjugados evocan el nombre de Georgia O'Keffe en el transcurrir de las escenas. Por mi parte, los retratos fueron el resultado del uso de la foto como una forma de autoexploración, no tenía motivos académicos o filosóficos; me interesaba solamente observarme (quizá) erotizada en relación a las flores y tal como enuncia el título, pensaba en la experiencia de ser un chupamirto.
¿Dónde coinciden las miradas? Tenemos diferentes objetivos aunque nuestros resultados estéticos son similares. Mientras yo me miro a mí misma en el espacio que considero el más agreste dentro del espacio doméstico, Barbara se miraba a ella misma en relación a sus vínculos no solo dentro de la casa, sino que estira sus lindes también al jardín y más allá, donde las copas de los pinos permiten la desnudez y se puede beber con la lengua el buqué de las flores directo de su capullo.
Quizá, lo que enunciamos como mirada femenina es esa que se detiene a contemplar los detalles minuciosamente, que se ocupa de aproximarse con suavidad al otro, pero también se mira mirándolo. Es aquella que prioriza la resistencia de la esfera de intimidad y vulnerabilidad humana antes que la exhibición de cuerpos y la mera imagen de consumo. 1.-Women I love, 1976.2.-Miramiel, 2019.
Es la que se dedica a compartir y reflexionar a partir de la imagen
en lugar de solamente devorar y reproducirse hasta el empacho.
Las miradas coinciden por causalidad, porque la experiencia humana experimentada no como mujeres, sino como sujetos poseedores de cuerpos femeninos, responde a la curiosidad y necesidad misma de tomar en nuestras manos la realización y representación de nuestra propia imagen, de poner sobre la mesa lo que se nos dijo que debemos ser y exponer lo que en realidad somos o queremos llegar a ser o deshacer, libres de estamentos, de las ideas vergonzosas que se le atañen a nuestros propios cuerpos y a nuestra sexualidad, para observarles, explorarles y así volverles absolutamente nuestros.
Repensando mis maneras en la escritura
La sesión de hoy del curso estuvo impartida por mi querida Karina Solórzano, y visitamos brevemente el texto De necroescrituras y máquinas cortantes: una crítica de cine colectiva y mutante de Valentina Giraldo Sánchez, y en este lapso se lanzaron muchas preguntas al rededor de la mirada femenina -lo cual dio pie a una discusión bastante nutrida de referencias, experiencias y subjetividades de las compañeras, cosa que considero fascinante.
En la discusión llamó mucho mi atención es lo que sucede a partir de lo que se llama ejercer desde los márgenes, lo pienso no solo como crítica sino también me lo planteo como ejecutante de prácticas artísticas y la investigación. Si escribimos sobre un cine o una mirada femenina como algo que se sitúa desde los márgenes, o lo marginal -entendiendo lo central como la mirada patriarcal, colonizada y heteronormada (por decir lo menos) que se asentó desde que el mundo es mundo y el cine es cine- nuestro ejercicio de escritura en estos términos también debería responder a una praxis específica que además alcance para disruptir el canon desde su territorio.
Comenté en esta sesión que a la hora de escribir procuro que mis textos sean consecuentes con el tono del filme que estoy escribiendo y recurro frecuentemente a las figuras poéticas y el simbolismo para potencializar la sensación de mis palabras en relación al filme que esté trabajando. Esto también lo hago cuando elijo los materiales de mi obra plática y visual, mis referentes, cuando doy clases y hasta en las metodologías que voy a emplear al cocinar un huevo por las mañanas. Porque creo que importa el desde dónde para el para qué.
En el texto de Valentina se ejemplifica una manera diferente de replantear los márgenes de un texto desde la crítica, escribir desde el margen como práctica activa. Contemplar nuevamente desde este lugar la posibilidad de escribir (pensar-hacer) con estas nuevas libertades, me abre una puerta que cuando tuve por primera vez enfrente no contemplé utilizar.***
Estoy ansiosa por adoptar nuevas maneras y figuras de escritura que ya de a poco estoy aplicando, experimentar, disruptir y puede ser que en algún momento hasta proponer alguna manera propia y esto gracias al nuevo horizonte que se abre a partir de entrar en este curso y compartir pensamientos, referencias y demás con colegas. Se pondrá en práctica todo lo mencionado en el texto que estoy trabajando y ya comencé.
Un punto más que quiero tocar antes de dar fin a este texto es ese eterno conflicto o cosquilla de encasillar un material visual entre documental o ficción, nada puede ser puramente ficción o estrictamente documental, simplemente porque está hecho por humanxs y nosotrxs mentimos y decimos la verdad indistintamente todo el tiempo, claro podría justificar mucho más esta postura con referencias citadas, estudios de caso, etc, pero ya no es el momento.
Afortunadamente yo y otrxs colegas de las artes visuales no padecemos de estas frustraciones que quizá ocupen a los historiadorxs, académicxs y al parecer también a críticxs y cineastas porque, desde el quehacer como artista visual, puede quedar todo claro y resuelto echando mano de la Investigación Artística,***** Eso evita quedarse atoradx pensando en resolver dicotomías entre categorías, disciplinas,
Mamá deseo ser..., 2019.
conceptos o ideas. Se toma lo que se requiere de cada campo de conocimiento y si es necesario se crea un nuevo espacio, método, palabra o idea que legitime su pertinencia, no solo con la fundamentación sólida sino también desde su mero existir.
No hay que hacerse pequeñx para caber,
hay que hacerse grande, líquido,
mutable, flexible y expandible
para ocupar lugar en el mundo.
Referencias y anotaciones
*Debería usar más mi cámara pero no la he usado desde Veracruz...
**En ese momento hacía mi servicio social en Cineteca Nacional y la película de Mandico en ese lapso cayó como anillo al dedo ya que me encontraba tomando a la par varios cursos de feminismos y estudios de género.
*** Retomo el concepto de pensamiento salvaje de Levi Strauss, como un esquema construido en torno a la relación entre dos formas de conocer, la nombrada como científica, occidental, positiva domesticada y por otro lado el denominado "mentalidad primitiva, pensamiento prelógico, falsa conciencia, pensamiento mágico-religioso, mito o bricolage". Olavarría, M. E. (1997). El pensamiento salvaje y la importancia de ser imperfecto. Alteridades, 7 (13), 33–38
**** La primera vez que vi un texto tan libre y suelto fue cuando compartí clase con Pamela Zeferino, artista visual, chabacaneni y entrañable amiga. Pamela escribe con sonidos, onomatopeyas e incluso performancear sus textos los cuales considero parte medular de sus obras (espero pronto escribir sobre ella y su precioso trabajo,.
*****Calderón García, N., & Hernández y Hernández, F. (2019). La investigación Artística Un espacio de conocimiento disruptivo en las artes y en la universidad. Octaedro.
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